Mort à la prison vive la liberté
Muerte a la prisión, viva la libertad.
En los últimos años decenas de motines, revueltas y fugas ocurrieron en las cárceles belgas. Frente a la tortura más terrible que puede causarse a un ser humano privado de su libertad; frente a la infamia de los carceleros, directores, jueces y pacos, muchxs han elegido la vía de la rebelión. Con coraje y deseando la libertad, atacaron directamente lo que les enfermó. Sin llamar a políticxs, sin esperar a ninguna institución – por la acción directa.
A fin de silenciar las almas rebeldes, el estado abrió nuevos módulos de aislamiento, uno en la cárcel de Brujas (Bruges-Brugge) y otro en Lantin. Estos módulos son cárceles dentro de cárceles, limbos que demuestren el objetivo de su diseño: quebrar la personalidad e imponer la resignación. Dos veces ha ocurrido que prisioneros encerrados en estos módulos los han destruido, el combate para quedar en pie es algo diario. Combatir estos módulos de aislamiento significó la continuación de las revueltas en contra de las cárceles y su mundo, significa iniciar las hostilidades en contra de este orden social que nos asfixia, tanto dentro como fuera.
El aislamiento, como la cárcel en general, no es solamente una cosa de los que han sido castigadxs por lxs defensores del orden. Ellxs son reflejo de la sociedad en la cual vivimos todxs; ellxs se reflejan en todo lo que encarcela la vida y subyuga la libertad a la ley única del dinero y el poder. No obstante, no somos ovejas ni llorones, todxs somos capaces de levantarnos. Cargamos nuestras armas con el deseo de la libertad y destruimos sin dudar lo que nos destruye.
Bélgica. 59 x 42 cms.